El adversario

El adversario. Exposición individual. Fundación FJKlemm. Octubre-diciembre de 2019.
Texto catálogo de la exposición: “La exactitud de la batalla”, conversación entre Lorena Fernández y Verónica Gómez.

Fotografías: Lihuel González y Gustavo Lowry




El adversario

“El desmoronamiento es algo común a todas las cosas. El desmoronamiento de un cuerpo, el desmoronamiento de tu adversario, todos ellos, dependiendo del momento, son colapsos basados en la discordancia del ritmo.” Miyamoto Musashi

En el invierno europeo de 2017, en el mes de febrero, asistí a una residencia artística en Alajärvi, un pueblo en el interior de Finlandia. Vivía en las afueras, en una gran casona de madera del Siglo XIX que, en el pasado, había pertenecido al pintor finlandés Eero Nelimarka. No había nadie más en la casa por lo cual la residencia se transformó en una especie de retiro. Sólo salía para cruzar el lago congelado y llegar al pueblo a buscar provisiones. Las horas de luz eran pocas y blancas y tenues y, cuando el sol desaparecía, quedaba un resplandor que era guardado por la nieve. También había un efecto específico en la nieve acumulada que generaba una especie de amortiguación de los sentidos. Esta serie de paisajes abstractos, líneas sucesivas que construyen una atmósfera muy lentamente —línea por línea, sin asistentes— nacieron allá. No se trata tanto de un lugar geográfico como de un estado mental. De la posibilidad del arte como una ocupación terapéutica. Partir de un fondo oscuro y observar como paulatinamente, con blanco titanio —cubritivo— y blanco de zinc —translúcido—, el plano se cubre de un velo que tiene movimiento.

Dos años después, en febrero de 2019, comencé a entrenar kenjutsu, el arte de la espada samurái, en el Instituto Niten, donde se entrena el Estilo de los Dos Cielos fundado por Miyamoto Musashi. Fue allí donde la línea encontró una analogía con la estocada. Ejercitación de la paciencia y búsqueda de la precisión. El cansancio, el agotamiento, son enemigos de la precisión. Hay que aprender entonces a seguir adelante cuando parece que se ha instalado el hartazgo.

Tal vez la única posibilidad de conseguir atmósfera es la acumulación de gestos pequeños en el tiempo, igual que las termitas construyen esos fantásticos hormigueros a base de acumulación de pequeñísimas porciones de saliva y tierra. El temperamento se convierte en estilo y estrategia para negociar con la fuerza de la gravedad: las líneas melancólicas caen, se desmayan; las sanguíneas se elevan, extrovertidas. El temperamento colérico produce líneas concéntricas y abigarradas, llenas de pus; el flemático, verticalidad y jerarquía.

“El adversario” es una muestra sobre paisajes adversos. Espero sean bellos también.

Verónica Gómez


Clase de demostración de Kenjutsu (el arte samurai de la espada)

Por Instituto Niten, en el marco de la muestra “El adversario”